Dead Island ha demostrado muchas cosas, pero entre ellas una de las más relevantes ha sido la de que el mundo de los videojuegos todavía puede convulsionarse por una escena cinemática y crear una formidable expectación alrededor de un producto antes incluso de mostrar una sola imagen in-game. Dead Island, de hecho, llevaba años en desarrollo enseñando al mundo vídeos tecnológicos con imágenes del juego y pasando sin pena ni gloria, sin levantar ninguna expectación. Tras concretamente tres años sin dar señales de vida, el juego volvió de entre los muertos con su memorable tráiler cinemático que logró con apenas tres minutos de formidable CGI dejar impactado a aficionados y no aficionados, y comenzar a crear todas las expectativas que hasta entonces no había conseguido erigir.
¿Está Dead Island a la altura de las perspectivas creadas? Eso vamos a tratar de afirmar o negar en este análisis, un texto donde diseccionaremos las virtudes y decepciones que hemos encontrado en su contenido; y donde valoraremos no sólo el cambio de planteamiento que ha sufrido en su dilatadísimo desarrollo, sino también las características de su propuesta. El juego de Techland propone un moderno multijugador en el que se mezclan elementos de acción, de rol y de sandbox en un conjunto muy rico que, como era de esperar, se disfruta mejor en cooperativo.